jueves, 23 de septiembre de 2010

Estudiar en la vejez reporta beneficios
Anotarse a algún curso de educación no formal ayuda a establecer nuevos vínculos que colaboran a sentirse bien en esa etapa de la vida. La investigación psicológica muestra que las personas mayores pueden aprender hasta edades muy avanzadas.
Mariela Goy
mgoy@ellitoral.com
Decenas de adultos mayores pasan por año por las aulas del Proyecto 3 -Universidad Abierta para la Vida-, una propuesta de educación no formal destinada a los mayores de 50 años. No es casualidad que algunos de sus cursos y talleres tengan listas de espera. Sucede que cada vez más personas se dan cuenta de que estudiar en la vejez los ayuda a mantenerse activos, a generar nuevos vínculos sociales, a descubrir nuevas potencialidades que estaban ocultas o poco desarrolladas, a conservar su autonomía, entre otros beneficios.
“Socialmente se ha avanzado mucho en un cambio de imagen de lo que es la vejez. Si bien todavía hay prejuicios y ciertos mitos acerca de la imposibilidad de la persona mayor de aprender, hemos ganado muchísimo en el imaginario social. Hoy se piensa en la vejez como un momento de la vida en el cual hay muchas posibilidades de seguir desarrollándose y creciendo”, sostiene José Yuni, doctor en Ciencias de la Educación y en Filosofía y presidente del Foro Nacional de Cátedras e Investigadores sobre Vejez y Envejecimiento.
Yuni estuvo hace poco en Santa Fe, invitado por Proyecto 3, para dictar una charla sobre “La segunda mitad de la vida y el desafío de educar y aprender”, que tuvo lugar el 27 de agosto en la sede gremial de ATE. El entrevistado también es investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Catamarca.
—¿Qué beneficios aporta el estudio a un adulto mayor?
—El principal beneficio es que lo integra a una nueva red social que le permite salir de la vida cotidiana, del tiempo de la rutina. Lo conocido ya lo aburre, hay un valor en ese ir y venir, en conocer gente nueva, en hacer amistades, que es el principal cambio que las personas reconocen.
“Ya no es la edad dorada”
—¿Qué se considera como vejez hoy?
—La juventud y la vejez son dos edades que en la sociedad posmoderna se han redefinido y todavía no hemos logrado decir con certeza: éstos son los roles de cada una. Lo que sí sabemos es que la vejez ya no es la “edad dorada”, la época de serenidad, de la cosecha, sino que es más bien una etapa de mucho trabajo interior y esfuerzo por adaptarse a los cambios sociales. Si bien las personas mayores son sobrevivientes de un tiempo histórico, también son exploradores dado que están experimentando modos de envejecer sobre los que no han tenido modelos. Ellos están envejeciendo de un modo totalmente diferente a lo que ha sido el proceso de vejez de sus padres y abuelos. En esta exploración, se van corriendo los prejuicios, los mitos; aparecen otros, pero no son tan negativos o pesados como eran hace 20 años. Hoy, la vejez son 30 años, y dentro de ese amplio período se van recortando diferentes tipos de vejez. Sí, es claro que el envejecimiento es un proceso social muy dinámico.
Otra cuestión importante es la perspectiva de que hay algo que les falta por desarrollar de sí mismos, que hay cosas que necesitan para seguir integrados. Preguntamos a más de mil personas mayores qué significa para ellos la educación, y -ni más ni menos- respondieron que significa superar la obsolescencia. Una persona mayor frente a este mundo que es tan cambiante, tan vertiginoso, siente que le han cambiado el mapa, y que, si no se actualiza, queda afuera, no tiene cómo dialogar con los nietos, cómo comprender. Tomemos como ejemplo el debate sobre la ley del matrimonio gay y cómo repercutió en sus posiciones de familia, o los temas de Bioética.
Por otro lado, estudiar también les permite mantener su autonomía. Hay un cambio cultural muy importante que es que las personas mayores se han caracterizado por atender a sus padres, pero ahora tienen en claro que, por las condiciones de vida de las poblaciones más jóvenes, deben autoabastecerse y autogestionarse para no ser una carga para los otros. En función de esa meta, está el tema de aprender a adquirir herramientas para mantener su autonomía. Entonces, mediante los talleres y cursos, los viejos siguen teniendo amistades, compañía, proyectos para ir al cine, para salir. En el Proyecto 3 -que lo he tomado para mi estudio- hemos visto cómo las personas van cambiando su aspecto físico, su modo de vestir, o cómo empezaron a decir a los hijos que no les traigan a los nietos cuando se les antoje porque ellos tienen sus tiempos, sus cosas.
—¿Es un mito que la persona mayor ya no puede aprender?
—Totalmente. La investigación psicológica muestra que las personas mayores pueden aprender hasta edades muy avanzadas, y no sólo aprender, sino desarrollar aspectos intelectuales o potencialidades que antes no habían explorado. Lo que pasa es que, si lo miramos desde el punto de vista cognitivo, en el proceso de envejecimiento lo que hay es una tensión entre pérdidas y ganancias; es decir, hay facultades, funciones intelectuales que decaen con la edad y otras que con la edad se incrementan. Por ejemplo, todo lo que requiere el sistema escolar en término de manejos de símbolos, respuestas eficaces, lógicas y veloces, se ve lentificado por el envejecimiento del sistema nervioso. La persona mayor tiene otro ritmo de respuesta relacionada con los reflejos, el procesamiento de lo visual y lo sonoro, que son cada vez más lentos. Entonces, una persona mayor que va a la universidad a aprender Informática y se expone a esa dinámica, donde el tiempo lo ponen los jóvenes, se sentirá rezagado. Pero en un grupo de pares, las personas pueden perfectamente adquirir el dominio de Internet o de una lengua extranjera, que son habilidades complejas.
—Usted, ¿recomienda, entonces, que las personas mayores asistan preferentemente a cursos con pares?
—Depende del tipo de habilidad que quieran aprender, porque hay ámbitos donde, si se integra a los jóvenes con los viejos, les hará bien a ambos. Se puede pensar en un curso de Literatura, donde la posibilidad analítica y la comprensión de cuestiones que un viejo puede aportar a la interpretación de un texto o del contexto socio-histórico del libro le ayudarán al joven que no tiene esa capacidad. Pero cuando se requieren habilidades de mayor complejidad es muy importante estar en un grupo de pares.
Además, la investigación psicogerontológica muestra que la declinación de las funciones intelectuales son más por el desuso que por el envejecimiento. La capacidad de memorizar números declina si no hay una estimulación. Cuando hay estimulación, las capacidades de comunicación, de lenguaje, se incrementan notablemente. Después, hay otras cuestiones: los jóvenes pueden aprender algo sin entenderlo, pueden sacar un 10 en un examen de teoría sin entender nada. Un adulto mayor, en cambio, necesita comprender lo que está aprendiendo; si no comprende completamente la pregunta, no arriesgará la respuesta.
—¿Cuál es su sugerencia para esas personas que están encerradas en su casa porque tienen miedo a salir a la calle o a inscribirse en un curso?
—Primero, les diría que el envejecimiento no tiene que ver con no estar enfermo, sino con cómo -a pesar de los achaques, de los cambios físicos y sociales- la persona sostiene su propio proyecto de vida. Es decir, no claudica. Hay muchas personas que por distintos procesos que tienen que ver no sólo con lo que le acontece en la vejez, sino por características personales y cuestiones estructurales, pasan por un envejecimiento no saludable, se quedan anclados en esto de que todo tiempo pasado fue mejor, no pueden poner en juego su propia identidad.
Ojo, que hay mucha gente mayor que mira muy buenos programas de TV vinculados a la salud, toma nota de los temas que le interesa y realiza un proceso de autoaprendizaje muy interesante. Por otra parte, hay médicos que empiezan a mandar a las personas mayores a algún taller o curso para que adquieran mayor seguridad y confianza al ver a otros adultos que están atravesando por las mismas situaciones pero las resuelven de otro modo. Sin duda, el tema pasa por animarse

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